Ella se acostó
sobre la estera de paja
en el cuarto caliente
pensando en el amor
toda la tarde, mejor
dicho,
acordándose, sin pensar
en nada. No había viento.
Voces de chicos en la
calle.
Con el sueño en los ojos,
se acostó
un poco absurda, la cinta
del pelo torcida,
soñando despierta, con una
sonrisa tonta
en los labios, y las
piernas
de par en par.
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