Sin embargo, ella lo sabe, nadie la amó suficiente
ni puede
nadie atisbó el abismo azotado
por los
vientos, los árboles
doblados o
rotos en la tormenta
el aullido
del fantasma
en carne viva sobre el horizonte
lleno de polvo, ni vio
la gracia de sus manos al acariciar las astillas de
amatista
ella lo sabe
nadie adivinó la afirmación
c/la que
ahora porta las marcas del amor, los golpes
como joyas
sobre los pechos
envejecidos, el fuego secreto
el calor
blanco
en las
grutas vírgenes de cuyas aguas
nadie bebió.
Luz líquida y azul
derraman sus ojos marrones
su gran cabeza
se inclina para ocultar los sueños que no cambiaron
bajo cientos de amantes. Ella espera a
aquel-que-puede-ver-detrás-de-los-disfraces, ella unge
sus miembros dóciles, de 16 años
cepilla
su cabellera espesa . . .
Versión
en castellano de Sandra Toro
DIANE
DI PRIMA (LOBA, Penguin Books, 1998).
Hermoso
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