Si otra vez te paraste enmarcada por la ventana
& el
vidrio
apenas reflejó las olas de una
Bahía
distante.
Sin niebla de
horror ni
de pasión ni
de
culpa. Con el aullido de los
espíritus-zorros
en el cañón sin límites. Si te paraste
en un puente, muda, desarmada
si los que parloteaban en los árboles altos
eran monos
o ranas-toro cantando mientras la niebla
ocultaba a la luna.
Si pudiera recobrar
la inocencia de la plata de tu brazalete
nos
detendríamos
solo
para escuchar los pasos
te
acostaría
en ese
borde
donde la lujuria es ceniza / & el deseo
pone hueso contra hueso.
Señora, ¿quién sos?
¿Por qué me lamento
durante horas en jardines pintados donde drogas fragantes
deben haber aguzado nuestros sentidos?
Versión en castellano de Sandra Toro
©DIANE
DI PRIMA (LOBA, Penguin Books, 1998).
No hay comentarios:
Publicar un comentario