Pasan como un segundo/ se han
llevado mi belleza.
débil crece mi cabello, la línea
de mis pechos/ se perdió.
¿Podés entender, amado? No fue
tu vacilación sino el sabor de tu lengua
cuando tropezaste
& las
estrellas chocaron
a tu alrededor.
Berilo.
La copa
en la llama.
No pude buscar
el camino hasta vos, nada más
el camino hasta Mí.
Y el camino hasta Mí que buscaste
no sirve para que yo
te encuentre, vagabundo
planetario.
Ah para mí
incluso cuando te detuviste
al borde de la
vergüenza
para mí eras dorado
dorado.
Renunciar al patíbulo.
no era para mí.
Para vos es dado
buscar lo otro / para mí
la perfección. La complitud.
El círculo
fuera del cual no puedo dar un paso.
El fuego negro de tus faltas
me consume.
Somos eternos.
Hemos jugado el tiempo extra / hemos
pagado. Hemos hecho
nuestro propio tiempo, amado. Nuestro propio tiempo.
No vuelvas a detenerte en este borde, no sea que pase
de la
tierra
incompleta & hambrienta
combada como un fantasma amarillo.
Vení, saltá a la luz / la aureola
me rodea
Sé mi corona o mi horca. La hoguera
en Montségur.
Pues más dulce que la vergüenza
es el fuego.
* Ciertas variedades de berilo han sido consideradas gemas desde tiempos prehistóricos. Reconocidas por su belleza, en la Biblia (Ezequiel 6:45) se describen las ruedas del trono de Dios como con apariencia de «reluciente berilo». El berilo verde se llama esmeralda, el rojo bixbita o esmeralda roja, el azul aguamarina, el rosa morganita, el blanco goshenita. Otras tonalidades como verde amarillento para el heliodoro y el amarillo miel son frecuentes.
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