miércoles, 27 de julio de 2011

Si él no se deshacía en sus manos...

Si él no se deshacía en sus manos, caía
sobre sus costillas como pedernal,
no había punto medio; en la corriente
las rocas gritaban, las estrellas
se mareaban de dolor, si no era
una margarita en la sopa, era otra
ortiga en el pelo, ella tropezaba
loca por el camino de piedra, entre
árboles injuriosos, hasta los ratones sabían
que dirigía la marcha, las dimensiones
de la cruz de obsidiana de la que él
se colgó; cantando al sol, c/ los ojos
nublados de pesadillas, ella sonreía
mostrando sus dientes de loba. . . 














DIANE DI PRIMA (Loba, Penguin Books, 1998).
Versión en castellano de Sandra Toro

















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